lunes, 29 de septiembre de 2014

London calling

Recuerdos de Londres. La primera vez fue, para Lupita, como un sueño en dibujos animados: colores vivos, formas borrosas, el aroma sabroso del curry en las calles húmedas, las ardillas alrededor de la estatua de Peter Pan, niños descalzos sobre el césped, la lluvia dulce, Candem cuajado de banderas y carteles soviéticos, las momias en el Museo, la sensación de incredulidad delante de la piedra de Rosetta... y esa multitud multicolor y de gesto indiferente, crestas y turbantes, punkis trajeados en la city, gentlemen con paraguas.

Y los taxis. 

Y los autobuses de dos pisos.

Después, en visitas posteriores, todo se fue concretando, y al final un montón de tebeos, vinilos de los Clash, de Kate Bush, de los Jam, paseos interminables, charlas de pub. Una legión de amigos en tres idiomas.



Lupita lo supo desde el principio, y con el tiempo no hace más que reafirmarse en su primera impresión de euforia: si alguna vez se quisiera sentir de alguna parte en concreto, de una ciudad específica, sería de Londres y no de otra. Su Londres particular.


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