lunes, 30 de marzo de 2015

spring

Lupita sale al balcón y contempla el cielo. Confía en que pasen pronto los primeros días de la primavera, tan fríos, para poder trastear con los tiestos: hay que trasplantar y hay que sembrar alguna cosa, hay que sanear la mayor parte de las plantas y hay que remover un poco la tierra aquí y allí, hay que organizarlo todo otra vez.

Los tulipanes no dan todavía señales de vida. Quizá el sol caliente más mañana.



Apoyada en la barandilla, fuma despacio y mira la ropa tendida en el balcón de enfrente. Mallas rojas y negras, como el guardarropa de un superhéroe.

lunes, 23 de marzo de 2015

hominis nocturna

El ruido blando de la lluvia la despierta de madrugada. Apenas abre los ojos, se deja mecer en ese estado esponjoso en el que sueño y vigilia se mezclan y las ideas nacen liberadas de gramática. 



Piensa un momento en abrir la ventana para que los vampiros y otras criaturas de la noche puedan refugiarse, pero vuelve a dormirse casi sin darse cuenta. No llega a oír el aleteo húmedo en el alféizar.


lunes, 16 de marzo de 2015

quimio

Lupita se mira en el espejo y se pasa la mano por el cráneo rasurado. Como Sigourney en la tercera de Alien. Cansada de que la miren, cansada de no querer parecer cansada. Cansada de ser fuerte, de hacer chistes de pelucas.

Piensa en una foto que vio anoche antes de venirse abajo, porque a veces el desánimo puede con ella, y quiere tener derecho a derrumbarse, a compadecerse y a llorar. Una típica imagen pornosentimental, de esas que suelen ponerla de mal humor: una niña en una cama de hospital, sin pelo y vestida de Wonder Woman. Ganarle a la enfermedad. Pelear.

Se acuerda de la otra vez que se rapó, hace ya su buen montón de años: botas militares, medias rotas, chupa de cuero y lápiz de labios negro. La cara de su madre cuando la vio así... eso no se le va a olvidar en la vida. Ni las dos bofetadas que le soltó. Pasó tiempo hasta que volvieron a hablarse.




Es casi la hora de salir. Habrá que ponerse el chaquetón, que empieza a refrescar y no faltaba más que eso. Wonder Woman,  princesa de las amazonas... ¿Las amazonas no se cortaban un pecho para poder disparar sus arcos?

Respira hondo antes de abrir la puerta de la calle. Aquí te quería yo ver, Diana Prince...

lunes, 9 de marzo de 2015

social



A los pocos meses de abrir el blog, Lupita descubrió que no se sentía cómoda escribiendo determinadas cosas para que las leyera cualquiera, todos esos conocidos (o no tanto) que cada día entraban y dejaban comentarios, así que decidió abrir otro del que no contó nada a nadie y que no firmaba con su nombre. En él pudo desentenderse del pudor, pero conforme pasaba el tiempo la cosa se complicaba y le resultaba cada vez más difícil mantener un equilibrio de cuerda floja sin red. Lupita Hyde contaba y decía cosas que nadie relacionaría nunca con Lupita Jekyll, pero la barrera entre ambas se fue haciendo más y más frágil y las cosas se fueron complicando hasta que, en una catarsis pública y compartida en todas las redes sociales, las dos confluyeron en una Lupita única que no se avergonzaba de nada, una Lupita madura y valiente.

Todo fue bien un tiempo, pero un buen día, la catástrofe: su madre le pidió amistad en Facebook, y vuelta a empezar...

lunes, 2 de marzo de 2015

mecha

Se rompió en dos con un crujido seco, y esperó en caída libre, entumecida y angustiada, hasta que el robot de rescate la localizó entre los escombros del accidente. Supo antes de que nadie se lo dijera que no volvería a andar, y por un momento sintió que el suelo se abría bajo sus pies, que la vida se le hacía pequeña y negra.

Pero el Programa Espacial no abandona a su gente. (O, en palabras de sus detractores, aprovecha hasta la última gota de su sangre.) Inyectaron en su sistema nervioso un torrente de nanobots que no pudo regenerar la médula espinal, pero que sí propició el desarrollo de una conexión neuronal abierta. Muy pronto aprendió a integrarse en el primer exoesqueleto experimental y pudo volver a caminar, pero el proyecto era mucho más ambicioso.

En pocos años, Lupita pudo manejar cuerpos mecánicos más y más grandes, más y más sofisticados. Dejó de ser una excepción, además, y enseñó a los nuevos reclutas a manejarse, a no caer en los errores que ella tuvo que superar en solitario, paso a paso. 



Hoy, los gigantes exploran las lunas de Júpiter y Saturno, y construyen complejas estaciones orbitales y plataformas de lanzamiento de cara a futuras expediciones extrasolares. Despacio, una vanguardia de titanes híbridos, cuerpo artificial y aliento humano, avanza hacia un futuro que nadie antes se atrevió a imaginar. 

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