lunes, 30 de diciembre de 2013

only tomorrow

Lupita guarda cosas. Cartas y recortes  de prensa, notas garabateadas en cualquier papel, fotos viejas. Libretas cuajadas de su escritura apretada y menuda, de sus dibujos minuciosos.



En cajitas de cartón o en álbumes, en sobres, en carpetas azules, en latas de galletas, ordena sus recuerdos para cuando el vendaval de los años arrase su memoria... 

Un rastro de migas de pan para regresar a casa.

lunes, 23 de diciembre de 2013

sin orden ni concierto

Cosas que le gustan a Lupita:



las manzanas 
las botas de punki 
las medias de colores
las chicas con el pelo corto 
Godzilla 
los tebeos de Jaime Hernández 
comer con los dedos
la ciencia ficción
las gafas de sol
Marte
el disco de Family
fumar en el balcón 
las películas de miedo y las comedias viejas con Cary Grant
pepinillos en vinagre bien crujientes
escuchar MUY ALTO a Sonic Youth
Charlie Brown, Peppermint Patty, Linus, la niña pelirroja
(sobre todo, Linus)
los chicos guapos sin afeitar
pintarse los labios muy rojos
Lovecraft 
bailar


reír
reír a carcajadas 




(eso es lo más importante: si se acaba el mundo, que nos coja bien reídos)




lunes, 16 de diciembre de 2013

el bello verano

Lupita se acuerda todavía de su primo, el de la melena rubia. Llevaba siempre botas camperas y cazadora vaquera, y tenía los ojos azules como el cielo de agosto. ¡Mira que era guapo, el ladrón! Se acuerda de él a veces, y de la moto. Por las mañanas la llevaba en el sidecar por el paseo marítimo, y a ella le encantaba esa sensación de velocidad, el cabello revuelto y el olor a sal. Lo miraba a él, siempre riéndose, inclinado sobre el manillar, y sentía una excitación que entonces, hace tanto tiempo ya, no sabía explicarse, un fuego gozoso e inquieto que hoy entiende muy bien.

Por las tardes, su sitio en el sidecar lo ocupaban unas chavalas con faldas muy cortas y unas piernas larguísimas que tenían que doblar como si fueran cigüeñas para poder sentarse. Su primo le solía guiñar un ojo antes de arrancar la moto y perderse hasta la mañana siguiente.


Hoy es Lupita la  que se ríe cuando se acuerda del hervor de rabia que le encendió la sangre el día que encontró en el sidecar, debajo del asiento, unas bragas chiquitas y arrugadas, llenas de arena. Unas bragas que eran un enigma y, también, sin que entonces supiera bien por qué, una afrenta.


lunes, 9 de diciembre de 2013

bello diablo

Es cosa de elegir. Hay quien se pasa la vida mirando al suelo, contando las losetas de la acera, y hay quien prefiere caminar con la vista al frente y no perderse nada de lo que hay a su alrededor.



Hace tiempo ya que Lupita decidió que lo suyo es abrir los ojos de par en par y mirar al cielo, fijarse en las cosas, disfrutar de todo lo que ve: ese gato que toma el sol con carita de chino feliz, el perfil de esa chica que fuma en la ventana, esa pintada un poco desvaída ya y que nadie ha querido borrar después de tantos años...

lunes, 2 de diciembre de 2013

Viernes

Naúfraga en un planeta rojo, alejada de las rutas seguras y sin manera de contactar con la base, Lupita camina, corre, salta, baila en la microgavedad. Contempla las estrellas, inventa constelaciones, las bautiza con títulos de películas, con nombres de bares, con versos de canciones de Sinatra...


Y de pronto, inesperada, una huella. Una huella solitaria muy cerca de los restos del naufragio. Una huella nítida en la arena, descalza, alienígena... Como una bomba.

Y Lupita se pregunta...

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