lunes, 18 de febrero de 2013

cielo

Esta mañana he visto a Lupita asomada a su ventana. Miraba al frente y parecía distraída. Desde su cuarto piso se ve una panorámica del cielo de Madrid que es para no creérselo, y hoy no ha habido ni una nube. A su lado me ha parecido ver las orejas puntiagudas de su gato Gato, que no se separa de ella, como un Robin mimoso no se separaría nunca de Batman. La última vez que estuve con ella no me quitó ojo, protector. Movía el rabo con lentitud de metrónomo mientras ella me contaba y me hacía reír, porque no me he reído más en toda mi vida que con Lupita, sus ocurrencias, la manera de decir las cosas, esa forma que tiene de hacer que me sienta como en casa.


No sé nada de ella desde lo de los encierros y el ERE, y esta mañana he caído en la cuenta de cuánto la echo de menos. De hoy no pasa que la llame...

2 comentarios:

  1. Hay días en los que uno se siente más identificado con Lupita y con su narrador, y hoy es uno de esos.

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