Es que de todo hace ya demasiado tiempo, Lupita, y los días son, más que nada, un mero gestionar fatigas y tedios. Pero te veo ahí, sentada detrás de tu batería, los ojos grandes mirando a cámara, encendidos, la boca muy roja, y me devuelves el buen humor y las ganas de levantarme del sillón, de abrir las ventanas, de salir a la calle.
No sé qué será mañana de ti, niña; no sé si pilotarás astronaves o la caja registradora de un Mercadona, pero sé que, hagas lo que hagas, lo harás con el impulso y la alegría de un incendio, y saberlo me da energía para seguir aquí cerca y verte reír, verte vivir...
Y es que verte vivir me da a mí la vida, Lupita.
Y es que verte vivir me da a mí la vida, Lupita.
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