lunes, 24 de septiembre de 2012

cuero y tacón


Lupita, que creció leyendo los tebeos de su hermano y heredó su biblioteca sobresaturada cuando él se marchó, se ha preguntado a menudo quién elegiría ser, de ser superheroína. Su primera opción ha sido siempre Kitty Pride, que tenía un dragón extraterrestre de mascota: la Kitty que escribió Claremont y dibujó Paul Smith. Con el tiempo, le atrajo también el lado retro de Canario Negro, con sus medias de rejilla, o la pulsión bondage de Wonder Woman, tan turbadora a pesar de ese uniforme absurdo de desfile del 4 de Julio. O la Viuda Negra, claro, cómo pasarla por alto. ¿La Mujer Invisible? No, siempre le pareció que, cuando no estaba en escena, se dedicaba a fregarle el laboratorio al doctor Richards, su tedioso marido... y por ahí sí que no.



Pero siempre que se fantasea como heroína de ficción llega a la misma, inevitable conclusión: nada de papel; Lupita mataría por ser la señora Peel, y ahí no hay vuelta de hoja: ironía, glamour y unas piernas de ida y vuelta. Muérete de envidia, Natasha Romanoff...

lunes, 17 de septiembre de 2012

crisálida

Lupita, que ha crecido soñando con vacaciones lunares, aerocoches, autopistas elevadas y ciudades submarinas, fantasea a veces con la idea de convertirse en robot, en autómata o en cyborg.



 Imagina que cuelga su matriz neurológica en un servidor potente, y se descarga a sí misma en sucesivos cuerpos artificiales con los que contemplar tormentas solares desde la superficie abrasada de Mercurio,  surfear en los anillos de Saturno, explorar el océano oculto de Europa o cabalgar a lomos de un cometa hasta los confines del Sistema Solar para allí desplegar sus alas transparentes, kilométricas y sutiles, y planear, empujada por los vientos solares, hacia la oscuridad exterior, alcanzar a la nave Voyager y adelantarse, ver qué hay más allá...

Lupita sueña.


lunes, 10 de septiembre de 2012

7 días

Todo genial, en serio. En San Francisco pasamos un frío de no creérselo, y sin embargo en Las Vegas nos asamos, pero es que está en el puto desierto, a ver qué esperas si no. 

No, una sensación curiosa, como estar dentro de una peli, ¿sabes? Tragaperras, neón por todas partes, mucho brillo, mucho dorado... Como Disneylandia, pero para mayores, para adultos. Bueno, y para paletos, que había cada uno...

El Gran Cañón me encantó, pero casi me muero del calor. Y Nueva York... bueno, es que no sé explicarlo, había tanta gente... nunca había visto tanta gente, en serio. Y todo te suena, como si llevaras viviendo allí toda la vida, pero más grande. Todo muy grande, enorme. Yo vi una tarde una rata así de grande... ahí, en medio de la calle...


¿Lupita? No, ella se quedó allí. Yo tenía que volver, se me acabaron las vacaciones y hay que currar. Además, que lo de carretera y manta no me va mucho, la verdad... Sí, me dijo que pensaba llegar a las cataratas del Niágara, y que allí va a estar una semana. Que por ti no espera ni un día más.

Así que tú sabrás, guapo... Más te vale mover el culo.

lunes, 3 de septiembre de 2012

ráfagas

Comer en la calle, sentarse en el bordillo, o quizá en el respaldo de un banco, sentarse y comer a dos carrillos: un perrito de película americana, un bocadillo generoso... Para Lupita es igual que reírse con ganas, a carcajadas, y le encanta hacerlo. Las dos cosas: reírse y comer en la calle.



También le gusta comer con los dedos, y beber cerveza fría de la botella, sin vaso, beber mientras mira desde el balcón a los gatos furtivos que buscan su cena a cámara lenta entre los contenedores de basura...

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