lunes, 5 de noviembre de 2012

M de Murphy

Esos días, ya se sabe. Cuando las cosas parecen cobrar vida y revolverse entre tus manos para acabar siempre en el suelo, estruendosas. Cuando descubres, al ir a desayunar, que no queda leche en la nevera. Cuando te encuentras el parmesano rallado convertido en una masa pegajosa del mismo color que la Cosa del Pantano. Cuando te quemas todos los dedos, los diez, mientras intentas freír una triste sartén de patatas.

Esos días en que, por muchas veces que lo intentes, no hay manera de que el embozado de la cama quede recto. Días de agua fría en la ducha y sin pasta de dientes, cómo no. Días de pantalla azul en el ordenador, en el móvil, en la televisión y hasta en la ventana.



Esos días, ya lo sabes, Lupita: cuando el universo entero parece confabularse en contra tuya y sólo cabe sentarse a esperar, respirar despacito y volver a empezar como si no hubiera pasado nada, a ver si así. 

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