lunes, 29 de abril de 2013

la espuma eléctrica

A Lupita le gusta pasear descalza por su cabeza, refrescarse los pies y las ideas.


Lupita guarda en un baúl su colección de piedras lunares y un par de deportivas rojas, por si un día tiene que volver a Oz.

Guarda también su paraguas de equilibrista, y un robot enamorado que le regala cada mañana un poema binario, por fax.

lunes, 22 de abril de 2013

después

Mira el cielo. Amanece. Hace tanto tiempo que no duerme una noche entera del tirón, que esta mañana le duele todo el cuerpo. Le apetece fumar un cigarrillo tanto como le apetece respirar, pero hace ya mucho que dejó el tabaco y los dedos, de manera inconsciente, buscan algo que hacer.

Se acaricia los pálidos verdugones que le marcan el costado: le duelen siempre que amenaza lluvia. Sonríe y piensa en viejos militares cascarrabias quejándose de sus cicatrices. Cada uno sus batallas, se dice en voz baja.



Piensa también que está bien ya, que lo que tenía que terminar terminó por fin y a partir de ahora le toca vivir a ella. Tiene todo el día por delante... el primero de muchos.

lunes, 15 de abril de 2013

paciente cero



Te conozco desde antes de conocerte. Desde mucho antes de soñarte.

Te recuerdo desde siempre. Mi carne en llamas te recuerda también.

Mira mi sangre. Mira mi fiebre.




lunes, 8 de abril de 2013

60 segundos

En un minuto caben doce, quince parpadeos, quizá, y cabe también una vida entera, Lupita;  la primera vez que leíste a Asimov y tu primer beso en los labios en ese parque, bajo ese cielo; las aventuras de Los Siete Secretos, el sabor de los primeros cigarrillos mentolados. Sesenta segundos para recordar esa copa de vino y el dolor que vino después, el ruido de la lluvia en la ventana del dormitorio, el olor de su piel húmeda. Y el miedo: el cielo rojo, las imágenes en televisión de los primeros trípodes arrasando la ciudad.


Doce, quince parpadeos, un minuto. Sesenta segundos es lo que tarda una máquina marciana en desangrar un cuerpo humano; patalear como un conejo mientras  el aguijón penetra desde la nuca espalda abajo y la vida se va, gota a gota... una vida entera en un minuto...

lunes, 1 de abril de 2013

wonderwall

Lupita no ha olvidado su primer paseo espacial, la primera vez que se aventuró fuera del vehículo: la extraña sensación de caída cierta y en suspenso, de estar cabeza abajo y amagar una pirueta que le devuelva al mundo su norte y su sur. Y esa abrumadora soledad, la negrura perfecta alrededor, el miedo atávico a desaparecer.



Lo recuerda ahora, atrapada en su burbuja de tiempo demorado, en órbita alrededor de la estrella de neutrones, y recuerda también el escalofrío de ver la Tierra ahí, brillante, llenando de repente su campo de visión, el chisporroteo en el intercomunicador, los primeros compases de la canción que ella misma eligió mientras se preparaba para salir.

Lo recuerda todo ahora y tararea, mientras contempla el eterno infierno azul. 

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