lunes, 25 de marzo de 2013

dominical

Desayunar en una terraza, hojear los periódicos bajo el sol tibio. Pasear después sin rumbo, dejarse llevar. Gafas oscuras, una camiseta descuidada, las deportivas rojas gastadas.


Los domingos son eso, y también tardes largas en el sillón viendo películas de Miyazaki. Cerveza fría y un bocadillo de cualquier cosa rica. Guardar el último cigarrillo para fumarlo en el balcón cuando caiga la noche.

lunes, 18 de marzo de 2013

instrucciones para viajar en el tiempo y no desaparecer...


Lupita, que conoce bien los peligros de la crononáutica, vuelve siempre que puede al mismo rincón, su particular punto inmóvil en el caos de las corrientes temporales. Sabe que es muy fácil para el temponauta perder la perspectiva y diluirse en una tormenta de realidades divergentes y posibilidades infinitas. Cuando decir "antes" o decir "después" carece de sentido, cuando cualquier nimio accidente genera un número imposible de futuros, se hace imprescindible un anclaje sólido, algo que proporcione sensación de permanencia.

En el jardín, bajo el magnolio viejísimo, Lupita se sienta en el banco de piedra gastada y lee Diarios de las estrellas. Siempre el mismo banco, la misma sombra, el mismo libro. Respira el aire cargado de olores vegetales, densos. Fuma un cigarrillo, bebe agua fresca de la fuente que hay justo ahí, a cincuenta metros. Disfruta del tacto áspero de la piedra, de la brisa que se va caldeando conforme la mañana avanza. El mismo banco siempre, los mismos olores, el mismo libro abierto sobre los muslos. 



Se despereza, no piensa en nada. Bosteza con los ojos entreabiertos. Respira hondo.

Como un gato al sol.

lunes, 11 de marzo de 2013

big bang

Un momento antes no había nada. Ni siquiera se puede hablar de "antes", en realidad, porque tampoco el tiempo existía. Ni espacio ni tiempo: un punto de densidad infinita que contenía la potencialidad de todo lo que después vino, de lo que desde entonces ocurre y de lo que desde entonces podría haber ocurrido. De repente, de golpe, bum; una burbuja que crece y ya no hay, no puede haber, nada más.



Justo como cuando vi a Lupita por primera vez. La boca roja y húmeda, los ojos brillantes. La promesa de esas piernas cruzadas, el roce sinuoso de las medias, el vértigo de la piel blanca un poco más arriba... Antes de eso no había nada, ni podía haberlo. A partir de entonces, el tiempo empieza a desplegarse, múltiples futuros posibles. Y ninguno de ellos sin la alegría de Lupita.

lunes, 4 de marzo de 2013

rojo

Guardo tus alas en un cajón, envueltas en papel de estraza. Guardo también tu lápiz de labios de color sangre, y esos tebeos de Love & Rockets que tanto te gustan. Lo guardo todo para cuando te dejen volver, Lupita. Porque sé que vas a volver. No puede ser que no vuelvas.



Te espero sin dormir, me arranco  la piel muerta con mucho cuidado y sueño despierto. Sueño que nos encontramos en los tejados, clandestinos, protegidos por la luna nueva. Te sueño despierto en la roja penumbra. Sueño la sal de tu boca y el latido húmedo de tus heridas. Sueño y te espero.

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