Cuando el año muere, Lupita repasa viejas fotografías en papel: recuerdos analógicos, memoria congelada. Como en un ritual, pasa las páginas gruesas de sus álbumes y se deja arrastrar por las imágenes. Recompone historias, recupera rostros.
Cuando el año muere, prefiere despedirlo en casa, a solas. Una cena ligera, una copa de vino blanco y un disco de hace mucho tiempo: vinilo grueso, comprado en Londres cuando esas cosas se compraban en Londres...