lunes, 25 de junio de 2012

múltiple

La mera existencia de la máquina supone un torbellino probabilístico, y cada vez que Lupita se sienta a los mandos y la pone en funcionamiento, un número infinito de posibilidades se baraja de manera automática y al azar, generando un número también infinito de universos por explorar. En ninguno de ellos hay otra Lupita con la que encontrarse: la realidad se protege a sí misma de una paradoja que sería letal.



Así, viaja a sabiendas de que hay un número infinito de copias posibles de sí misma en otros mundos, inaccesibles tras los muros de la improbabilidad. Viaja y le gusta imaginar a todas esas otras Lupitas: pilotando un biplano en plena tempestad, a bordo de un dirigible rumbo a islas inexploradas, defendiendo a sangre y fuego la independencia de las colonias marcianas, escribiendo turbadoras novelas simbolistas, incendiando barricadas bajo una bandera negra, peleando contra los cascarudos en las calles de un Buenos Aires nevado... viviendo otras vidas, posibles o imposibles.

lunes, 18 de junio de 2012

gorgonzola

Los sonidos del frigorífico: un ronroneo metálico, un fórmula 1 que acelera, una granizada súbita de cubitos de hielo, el motor de un biplano que hace una pirueta en bucle hasta que de pronto tartamudea y se detiene en seco... caída libre.

Lupita, sentada en la cocina, escucha mientras abre otra cerveza fría. Con el primer sorbo, que es siempre el mejor, imagina un paisaje habitado por minúsculos y perplejos osos polares y atareados pingüinos mecánicos, iluminados por un eterno crepúsculo azul. Un paisaje no-frost de papel de aluminio y dunas heladas de gorgonzola... 


"Vaya horitas...", se dice a sí misma. Sonríe...

lunes, 11 de junio de 2012

nieve

Lupita se acuerda del primer beso como si se lo hubieran dado ayer mismo. Nevaba, y el jardín del patio trasero parecía cubierto de algodón de azúcar. Le supo a gloria, le encendió la garganta e hizo que toda su piel se erizara y que el aliento abandonara su pecho. Se acuerda todavía hoy, y todavía hoy siente el arrebato de rubor en las mejillas.


Apenas conserva más recuerdos: una semana después, con la nieve transformada en barro sucio, fueron avistados los primeros cilindros procedentes de Marte, y a los pocos días tuvo que aprender a usar un arma. Desde entonces, en su memoria solamente queda lugar para una permanente huida, imágenes borrosas de miedo y de sangre... y ese día de nieve que no se le va a olvidar nunca.

lunes, 4 de junio de 2012

relatividad general

 Los agujeros negros son cuerpos cuya masa es tan grande que la gravedad que generan no deja escapar ni siquiera la luz. Lo que podemos ver de ellos es lo que denominamos horizonte del suceso: la distancia máxima a la que no se puede escapar de su atracción. Si un cosmonauta viajara al interior de un agujero negro, al atravesar el horizonte del suceso se encontraría con que espacio y tiempo intercambian sus papeles: el espacio transcurre y el tiempo se podría medir en centímetros.

En el centro de todo agujero negro se oculta una singularidad, un punto del espacio en el que la gravedad alcanza valores infinitos. Un punto que, al haber cambiado espacio y tiempo sus funciones, no ocupa un lugar determinado, sino que se remonta hacia delante y hacia atrás en el tiempo, en el futuro y en el pasado.



Sé mucho más de agujeros negros de lo que voy a saber nunca sobre Lupita, qué más quisiera... Lo que sí sé de ella con toda seguridad es dónde se localiza su horizonte del suceso: podría trazarlo con los ojos cerrados... lo dibujaría con la punta de la lengua...

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