lunes, 30 de abril de 2012

(alambre y hueso)

Lupita artificial, de alambre y cartón, de látex y cristal. Sentada en un rincón, aguarda en silencio a que regrese J. F. Sebastian a darle cuerda, ese impulso espástico que devuelva el movimiento a sus piernas largas y le permita saltar, bailar, caminar. Espera y espera mientras en la calle llueve sin cesar, y el polvo se espesa despacio en su cabellera negra y sobre sus hombros desnudos.


Nadie viene, y mil corazones mecánicos detienen, uno tras otro, su tic-tac. Dejan, uno tras otro, de latir.


Queda el rumor de la lluvia y del tráfico. Nada más.

lunes, 23 de abril de 2012

invisible

Descubrió que le gustaban las otras chicas cuando todavía no tenía que llevar sostén, y se sintió rara como un ciempiés. Rara, frágil y muy fea. Durante mucho tiempo se escondió de sí misma, miró para otro lado, jugó a ser otra. Se hizo invisible.

Cuando conoció a Lupita se mordía las uñas hasta la raíz y vestía como un deshollinador. Fueron meses vertiginosos, cada mañana venía con una avalancha de dudas y cada noche se iba a dormir con un incendio en la garganta. Rió y lloró como nunca había hecho, gozó de cada minuto del día y de cada centímetro de su piel. Cambió, creció: un año después, cuando Lupita se marchó, nadie la hubiera reconocido de cruzarse con ella por la calle...



Hoy no es ya invisible: viste de rojo, de naranja y de blanco, y brilla como un relámpago. Se ha cortado el pelo muy corto y camina siempre por la acera de sol. Y no ha vuelto a esconder la mirada... Ya no.


lunes, 16 de abril de 2012

a veces pasa

Siempre le pareció el colmo de lo cursi eso de ser la chica del bajo o, peor aún, la de los teclados. Lupita, desde que de pequeña vio esa película con Tom Hanks y Liv Tyler, quiso siempre tocar la batería, y se pasó la adolescencia aporreando botes de detergente en polvo y tambores de juguete y rodeada de atildados chavales que parecían preocuparse más por combinar los colores y tener la actitud adecuada que por seguir el compás.

Le costó mucho sudar en el local de ensayo y muchas peleas cuajar una formación estable y con carisma, y le costó muchas horas extra reunir el dinero para prensar un vinilo de color naranja y portada azul, con seis canciones burbujeantes y que se tituló como la banda: Lupita y los centauros

Vendieron exactamente 603 copias, sonaron en las radios adecuadas, tocaron en un puñado de salas con media entrada y telonearon en un par de ocasiones a Cooper, que no está nada mal. 


Se disolvieron porque sí: a veces pasa. 



Hoy, Lupita guarda en casa su batería y 1397 copias del disco. Todavía ensaya una o dos veces por semana, y escribe canciones que seguramente no va a escuchar nadie. Dejó de fumar y está pensando en comprarse una vespa...

lunes, 9 de abril de 2012

nadie hubiera creído...

Lupita se levanta una mañana lluviosa y encuentra en la cocina, sobre la encimera roja, una piedrita minúscula y blanca. ¿De dónde ha podido salir? Anoche no estaba ahí. Mira alrededor, al techo blanco. La coge entre dos dedos: pesa, nada de yeso. La deja donde estaba. Piensa en cucarachas, que le producen un asco abisal, pero son bichos que van y vienen sin equipaje, nada de llevar piedras a cuestas. ¿Otro insecto, un animal industrioso que trabaja en turno de noche detrás de los armarios?

De repente, la superficie lisa de la encimera se transforma en una llanura marciana, terreno hostil y desconocido. La cocina entera es un cosmos malévolo y Lupita , increíble mujer menguante, lo enfrenta en solitario.


Vuelve a coger la piedrita entre los dedos índice y pulgar, la tira con mucho cuidado a la basura y a otra cosa, que es lunes y hay que arrancar.

lunes, 2 de abril de 2012

los buenos días

A Lupita le gusta cortar el tomate con un cuchillo grande y sazonarlo después, echarle orégano y un buen chorro de aceite. Le gusta beber un poco de vino blanco mientras trastea en la cocina, vino blanco bien frío. Le gusta la tortilla de patata con mucha cebolla; la hace jugosa y en una sartén pequeña, la deja enfriar y se la come con pan crujiente y queso tierno de cabra.  De una sentada, mirando la calle por la ventana.

A Lupita le gusta cenar con una copa de vino tinto. 



Todo esto lo contamos porque son cosas que importan, cosas que pueden hacer de cada día un buen día.

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