lunes, 1 de diciembre de 2014

días de furia

Lupita tiene a veces días de NO, y en esos días detesta a los ciclistas que toman al asalto y a toda velocidad las aceras como si todos ellos llevaran a ET en la cesta. En esos días siente también una animadversión tóxica hacia los que hablan a voces, y odia a los que, excluyentes, caminan por la acera como si fueran los últimos habitantes del planeta, y a los que bracean con el paraguas cerrado en la mano como ni un caníbal haría con la lanza.



Pero sobre todo, en esos días, y un poco también en los demás, lo que hace que la sangre le hierva en las venas son esas expediciones familiares que se adueñan del mundo como si todo girara en torno a sus retoños asilvestrados, esos grupos irregulares y caóticos que viajan en torno a cochecitos de bebé pertrechados como las caravanas en las que los colonos llevaban sus pertenencias cuando se aventuraban en el Far West. Cuando los ve, cuando tiene que sufrirlos, se siente con hambre de ser piel roja, y quisiera cabalgar a pelo y al galope hacia ellos, tomahawk en mano, y arrancar un puñado de cabelleras frescas, y dar de comer a los coyotes cachorro tierno de hombre blanco.



Esos días, sí.

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