Cada verano hay algo nuevo, y este año Lupita se ha enamorado de todas esas muchachas orientales que han invadido la ciudad protegidas del sol con sombrillas y paraguas, vestidas de colores brillantes y con gafas oscuras. Le encantan sus piernas largas y su manera de andar, un poco patosa. Y le maravillan esos flequillos geométricos, como trazados con escuadra y cartabón.
Dulces, bullciosas, buscan siempre la sombra como improbables vampiros de charol y celofán.
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