lunes, 14 de abril de 2014

propósito

Lupita prueba la temperatura del agua con el pie, la larga pierna extendida hasta comprobar que sale ya caliente. Le gusta pasar un buen rato debajo de la ducha, y si lleva el pelo tan corto es, en parte, para poder lavarlo a diario y olvidarse luego del secador.



Mientras el agua resbala por su piel blanca, vuelve a soñar con un baño de espuma bien largo en una de esas bañeras con patas de las películas, un baño con gafas de sol y una copa de vino blanco. Como Audrey Hepburn. 

El vapor espesa el aire y empaña el espejo, y Lupita decide, otra vez, que algún día tendrá una bañera grande y con pies en su piso, cuando los alquileres y los sueldos de mierda lo permitan.


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