Lupita prueba la temperatura del agua con el pie, la larga pierna extendida hasta comprobar que sale ya caliente. Le gusta pasar un buen rato debajo de la ducha, y si lleva el pelo tan corto es, en parte, para poder lavarlo a diario y olvidarse luego del secador.
Mientras el agua resbala por su piel blanca, vuelve a soñar con un baño de espuma bien largo en una de esas bañeras con patas de las películas, un baño con gafas de sol y una copa de vino blanco. Como Audrey Hepburn.
El vapor espesa el aire y empaña el espejo, y Lupita decide, otra vez, que algún día tendrá una bañera grande y con pies en su piso, cuando los alquileres y los sueldos de mierda lo permitan.
El vapor espesa el aire y empaña el espejo, y Lupita decide, otra vez, que algún día tendrá una bañera grande y con pies en su piso, cuando los alquileres y los sueldos de mierda lo permitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario