Lupita ha sido siempre más de Velázquez que de Goya, y más de Rothko que de Bacon, sin embargo, pero seguramente su pintor es Malevich, y su cuadro ese puñetazo que se titula "Cuadrado negro sobre fondo blanco". Cuando lo vio por primera vez tuvo que sentarse a llorar, y desde entonces no hay día que no se acuerde de él, de una u otra forma.
Cuando viajó a 1914 quiso conocer a Malevich, pero al final todo se torció, como de costumbre. Acabó enrolada en el circo desaforado y suicida de Mayakovski, y una noche de frío, vodka y manifiestos cruzados tuvo que romperle la cara a Marinetti, que era un señorito con un poco de dandy y un mucho de bocazas, ridículo con su bigotón y su cháchara sobre la higiene del mundo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario