Las primeras lluvias del otoño provocan siempre cierta sensación de euforia, después de un agosto sofocante y un septiembre demasiado largo, demasiado cálido. El olor del césped húmedo, el frescor en el aire...
A Lupita toda esa euforia se le pasa de golpe cuando pisa el primer charco cenagoso y el agua sucia le salpica hasta medio muslo... A partir de entonces, ya todo es esperar a que vuelva el puto sol.
Aquí te has superado, genial ,de verdad Miguel Angel.
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