Lupita sale al balcón cada noche, antes de irse a dormir. Le gusta quedarse ahí unos minutos y mirar el centro comercial de enfrente, con su silueta de nave espacial varada. Mira las ventanas al otro lado de la calle, casi todas iluminadas. Los coches aparcados, los pocos transeúntes que van y vienen con prisa, los dos bares que se disponen ya a cerrar. Hay ruido de vasos, conversaciones en sordina, un lejano rumor de tráfico.
Un gato gordo y sucio trota en diagonal, indolente, y se pierde entre los cubos de basura. Un repartidor de pizza acelera el ciclomotor por dirección prohibida, derrapa al virar a la derecha, continúa, desaparece.
Antes de volver adentro, Lupita mira el cielo oscuro. Solamente se distingue el fulgor acerado de la Estación Espacial, anclada en su órbita geoestacionaria: la primera estrella que se ilumina cada tarde, la última en parpadear cada mañana, como atrapada en la maraña de antenas del centro comercial...La mira y sonríe: esta noche soñará también con viajar a Marte y ascender hasta la cima del volcán Olimpo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario