Esa noche vimos luces en el cielo, ¿te acuerdas, Lupita? Tenías catorce años y tu lápiz de labios brillaba en la oscuridad, y podías señalar cada estrella y llamarla por su nombre. Yo las estrellas las miraba poco cuando estaba contigo, la verdad.
Sabías de memoria los horarios de los lanzamientos y las rutas aéreas de la zona, por eso estabas tan segura de que las luces no podían ser de un transbordador o de un avión. Cuando partieron el cielo en dos y bailaron sobre nuestras cabezas como luciérnagas atómicas, también yo supe que no podían ser de los nuestros...
Las quemaduras tardaron todo el verano en curarse. Después te marchaste, y eso sí que fue malo. Todavía hoy salgo al desierto algunas noches, e intento recordar los nombres de las estrellas, decirlos en voz alta como tú los decías.
Todavía me acuerdo del sabor de tu pintalabios radioactivo.
Todavía me acuerdo del sabor de tu pintalabios radioactivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario