Lupita juega a veces a ingresar en el programa de protección de testigos. Imagina que nunca podrá volver a su ciudad costera. Imagina que cambió de peinado y de manera de vestir, y aún así mira de reojo en el metro, en el supermercado, en la cola del cine. Ha aprendido a disimular su acento y camina diferente a como caminó siempre, y algunas noches sueña que es quien dice ser, y no quien fue.
Mira por encima del hombro, vigila en los escaparates el reflejo de quien se detiene a su lado: teme que alguien pueda reconocerla...
El problema es que no consigue ya recordar su nombre anterior...
uy que bonito....
ResponderEliminar¿te gusta? guay...
ResponderEliminarMe gusta, viéndola contextualizandola en el relato, la sugerencia de camuflaje a traves del color... Está muy bien.
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