A Lupita
le gusta mirar a las chicas guapas en el tren. Por nada, por el gusto de
hacerlo. Flequillos geométricos, bocas dibujadas en rojo, vestidos de flores.
Le gusta ver lo que leen, si leen algo, y le gusta adivinar la música que
escuchan en el mp3 por cómo agitan a veces la cabeza (despacito, casi sin que
se note) o por cómo sonríen para sí, o por cómo mueven el pie derecho.
Una
mañana se fijó en una chica que caminaba en sentido opuesto a la marcha del
tren mientras éste entraba ya en la estación,
como si quisiera huir. Llevaba un vestido corto de color naranja y
medias de estampado numérico. Cuando pasó a su lado (olía a mandarina y era muy
temprano por la mañana), imaginó un tren larguísimo que no acabara nunca de
llegar a destino…
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