Lupita cabeza abajo, mirando por la ventana ojival del puente de mando. Los filtros codifican la radiación salvaje del exterior y muestran del otro lado un sol azul compacto y redondo, denso como el infierno. El tiempo detenido convierte la escena en un fotograma aislado que se alarga despacio, muy despacio, hacia un futuro incierto en el que la astronave caerá, quizá, hacia la estrella de neutrones. Quizá.
Y Lupita, congelada en ese momento eterno, no deja de mirar...
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