A Lupita le gusta cortar la cebolla en juliana, muy finita, y añadir unos ajetes tiernos y un puerro bien picado, rendirlo todo a fuego bajo mientras corta las patatas. Las echa entonces, y deja que todo se vaya friendo despacio, lo remueve de cuando en cuando y aprovecha, mientras tanto, para batir los huevos.
Una vez están las patatas tiernas, lo retira todo del fuego y lo echa en el huevo batido. Aprovecha para picar cebollino fresco: le encanta el aroma. Lo mezcla todo y deja que se esponje. Lo vierte entonces en la sartén pequeña, que previamente ha puesto en el fuego con una pizca de aceite. Lo demás ya es dejar que vaya cuajando y darle la vuelta con el plato y buen pulso, pinchar la tortilla con un tenedor, ver cómo respira, otra vuelta y ya.
Dejar que se enfríe, comer luego con pan crujiente y un poco de vino tinto. No hay nada mejor.
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