Hay dos mundos posibles. En uno de ellos, ese ruido de taladros que surge del túnel del metro sería la primera señal de alarma de una nueva acción del Hombre Topo, o quizá de las fuerzas hostiles de HYDRA. En el otro mundo, en cambio, no sería más que el estruendo habitual de las obras que nunca terminan.
Dos mundos posibles: color y blanco y negro, cara y cruz, ying y yang. Cada día, Lupita oscila entre los dos. Hoy, se decide por el primero. Deja de lado la mañana gris, la enésima entrevista de trabajo tediosa e inútil. Se ajusta los correajes y el antifaz, salta desde el andén, elástica, y avanza entre las vías en silencio, se adentra con paso flexible en la oscuridad aceitosa...
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