En su burbuja de tiempo detenido, Lupita contempla el infierno azul de la estrella de neutrones y recuerda el azul acuoso de Neptuno, el azul eléctrico de la interfaz de la IA de a bordo justo antes del colapso, el azul turbio de las olas en la playa en la que, muchos años atrás, en otro mundo (en otra línea temporal, quizá), solía pasar los veranos de su infancia, esa playa de arena roja en la que por vez primera leyó a Bradbury y se enamoró de Marte y sus arenas rojas, esos veranos de noches transparentes en los que soñó, también por primera vez, con viajar a las estrellas...
La eternidad es un parpadeo azul, y los recuerdos se congelan ahí, en ese tenso equilibrio de espacio y tiempo.
La eternidad es un parpadeo azul, y los recuerdos se congelan ahí, en ese tenso equilibrio de espacio y tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario