Te miro mientras duermes, Lupita. Miro la curva de la garganta y ese mechón de pelo que a veces se te descuelga y te tapa los ojos. Miro tus labios entreabiertos y miro tus pies chiquitos asomar de entre las sábanas, porque no hay manera de que concilies el sueño si te los tapas.
Te escucho respirar. Vigilo tu sueño mientras la noche perezosa transcurre detrás de las ventanas. Te miro mientras duermes e imagino maneras de gestionar esto que tenemos entre los dos, esta burbuja volátil e incendiaria, mi hambre y tu sed, esto que sé que acabará pronto porque no hay manera de que pueda durar y por eso cada amanecer es un regalo y cada noche una incógnita elástica que se alarga, tic-tac.
Te miro mientras duermes porque no sé si mañana estarás aquí, Lupita, y eso me mata.
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