Mira el cielo. Amanece. Hace tanto tiempo que no duerme una noche entera del tirón, que esta mañana le duele todo el cuerpo. Le apetece fumar un cigarrillo tanto como le apetece respirar, pero hace ya mucho que dejó el tabaco y los dedos, de manera inconsciente, buscan algo que hacer.
Se acaricia los pálidos verdugones que le marcan el costado: le duelen siempre que amenaza lluvia. Sonríe y piensa en viejos militares cascarrabias quejándose de sus cicatrices. Cada uno sus batallas, se dice en voz baja.
Piensa también que está bien ya, que lo que tenía que terminar terminó por fin y a partir de ahora le toca vivir a ella. Tiene todo el día por delante... el primero de muchos.
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