Querida Lupita, cuando escuches esta grabación todo habrá terminado. Imagino que te habrá llegado noticia ya del accidente, y estoy seguro de que estarás haciendo todo lo posible para venir hasta aquí y buscarme entre los supervivientes, si es que los hay. Pero no me encontrarás en los vehículos de rescate. Ni yo mismo sé bien qué ocurrió, sólo recuerdo la explosión, carreras por los pasillos, enfundarme el traje y la sensación de caída. Después, nada...
Cuando recobré el conocimiento, la IA del traje se había ocupado de cauterizar y coser mis heridas y me dio las coordenadas de nuestra órbita y la cuenta atrás: caigo hacia Saturno, Lupita. Sin remedio, sin posibilidad de rescate, muy lejos de cualquier ruta codificada. Ahora mismo, todo mi campo de visión está ocupado por los anillos. Una belleza, te encantaría poder verlo desde tan cerca. Ya lo creo: te encantaría.
Los calmantes me nublan un poco la cabeza. Giro sobre mí mismo muy despacio mientras caigo. Ahora es todo lo que puedo ver: las franjas de la atmósfera, que se diluyen entre sí. No se parece a Júpiter, aquí todo está desdibujado, como en un sueño que apenas si puedes ya recordar...
Otra vez los anillos. ¿No me quieres dar la mano? Vamos a mirarlos juntos, Lupita, sé que te gustará...
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