Lupita, dejándose llevar de su vena artística, tardó un tiempo en decidir qué podía hacer con su cámara nueva. ¿Una fotografía diaria de la misma esquina a la misma hora? No, eso lo ha hecho ya todo el mundo. ¿Fotografíar cada día un rincón del barrio? No, demasiado obvio. Mientras meditaba, no dejaba de encuadrar en la pantallita las cosas que había a su alrededor, y de pronto tuvo una idea fulgurante: una fotografía diaria de sus propios pies, siempre con calzado distinto, con medias diferentes...
Para bien o para mal, los entusiasmos creativos le duran poco a Lupita. Doce fotos después, cuando ya se había hecho dos de ellas descalza, se dio cuenta de que lo que necesitaba era un par de botas nuevas.
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