lunes, 27 de julio de 2015

shackleton

cuarenta grados a la sombra y yo aquí, atrapada en el hielo
(y menos mal)

miro por la ventana empañada y me parece ver que las chicas huyen del sol y los coches quedan varados en charcos de asfalto derretido

arde la calle, pero aquí dentro la nieve se acumula en el pasillo 
y a veces me parece escuchar el lejano aullido de los lobos al otro lado de la casa, donde el frío arrecia y sopla la ventisca

y estoy pensando en astillar el mueble del salón para alimentar el fuego por las noches y calentar mis dedos azules 

la escarcha no me deja ver la televisión y no sé qué es ese ruido en la cocina: ¿osos?
 (quizá pingüinos emperador, preparándose para lo más crudo del crudo invierno)



qué largos se hacen estos meses



a ver si llega noviembre 


lunes, 20 de julio de 2015

ilustrada

Siempre que veo a Lupita me acuerdo de ese libro de Bradbury. 

Me gustan todos sus tatuajes, y me gusta mucho la elegante arrogancia con que los luce, ese gesto natural con que los asume como propios, igual que se asumen y se lucen las pinturas de guerra. 

Me gustan, sobre todo, esas frases que le dibujan la circunferencia de los muslos con caligrafía de señorita victoriana, y los diseños enigmáticos que le recorren la espalda y se resuelven en un tentáculo sinuoso que le acaricia la nuca.


En el libro, cada tatuaje llevaba a un cuento diferente. No sé si los de Lupita también, pero sí sé que, con ella, historias no van a faltarnos.


lunes, 13 de julio de 2015

summertime

hace tanto calor que la cerveza se calienta en la botella antes de que pueda apurarla, así que va dejándolas a medio vaciar en la encimera y abre una nueva, bien fría, para poder desfrutar ese primer trago helado que es mágico 



eso es el verano: un montón de libros a medio leer, cerveza fresca, el zumbido del ventilador, esperar a que la noche caiga



...y esa pereza tremenda que se enreda entre las piernas


lunes, 6 de julio de 2015

bandera negra

A Lupita le gusta hacer la última guardia. El horizonte se tiñe de rojo sangre antes de que el sol vuelva a abrasar el paisaje, y la madrugada aún deja un respiro fugaz de aire fresco. 



Luego ya todo es una rutina frenética: despertar a los demás y preparar la primera defensa, las primeras incursiones; acechar el rumor metálico de los drones, vigilar el cielo encendido en busca de merodeadores, alerta siempre, sin detenerse a pensar... 

Es la mejor en lo suyo, feroz e implacable, pero esos minutos de calma antes del amanecer no los cambia por nada...

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