lunes, 25 de agosto de 2014

on the road

Lupita no soporta el olor de la galosina, y no puede estar en esos aparcamientos donde todo huele a tubo de escape y metal caliente, se pone mala... pero mala de acostarse. Y, sin embargo, le encanta conducir.



A pesar de los que no saben para qué sirve un intermitente, y de los que cruzan sin mirar y por cualquier sitio, como yonquis. A pesar de los que se le acercan más de la cuenta, como en El diablo sobre ruedas, y de los chulos que se creen Transporter. A pesar de listos, descerebrados y bocazas, de ciclistas kamikazes, Lupita disfruta conduciendo. Disfruta cuando siente que el coche la obedece, cuando al final de una cuesta parecen, el motor y ella, suspirar a la vez. Disfruta escuchando a Jonathan Richman mientras conduce despacio por la ciudad, un poco a la aventura, dejándose llevar por la inercia del tráfico, descubriendo barrios que no conocía y pensando en sus cosas... soñando con, algún día, atravesar el desierto, recorrer esas carreteras infinitas que, en las películas, se pierden en el horizonte rojo, solitarias, silenciosas...

lunes, 18 de agosto de 2014

caída libre

Con Blanca aprendí a besar, y aprendí también a devolver a la policía sus botes de humo, y de Marga y sus ojos azul mar aprendí a fumar como Belmondo y a no peinarme nunca por las mañanas.

Fátima, siempre susurrante, me descubrió a Camille Paglia y a Chet Baker, y después se marchó a París con su boca roja y sus minifaldas imposibles.

Sol fue un relámpago y un trueno. Con ella entendí que en realidad nunca había sabido besar, y aprendí también a disfrutar del vino.



Y Lupita... ¡Ay, Lupita! Con ella supe lo que de verdad es dejarse llevar. No pensar, no hacerse preguntas... Cerrar los ojos y flexionar las piernas, dejar que la gravedad te arrastre hacia abajo... abrazarla, aferrarse a ella y gritar...

lunes, 11 de agosto de 2014

kawaii


Cada verano hay algo nuevo, y este año Lupita se ha enamorado de todas esas muchachas orientales que han invadido la ciudad protegidas del sol con sombrillas y paraguas, vestidas de colores brillantes y con gafas oscuras. Le encantan sus piernas largas y su manera de andar, un poco patosa. Y le maravillan esos flequillos geométricos, como trazados con escuadra y cartabón. 



Dulces, bullciosas, buscan siempre la sombra como improbables vampiros de charol y celofán.

lunes, 4 de agosto de 2014

¿de dónde viene la nieve?

El sol abrasa la calle y Lupita se refugia en casa durante el día, las persianas bajadas, las cortinas echadas, todo bien cerrado: como en un asedio. 

En el rincón menos caluroso, protegida por la caricia lenta del ventilador, rodeada de sus cuadernos y sus bolígrafos de colores, deja que las horas pasen mientras escribe historias de expediciones árticas y de robots dormidos entre glaciares, de niños perdidos en bosques invernales. Escribe también cartas, largas cartas sin fecha en las que habla de un jardín nevado y una casa cubierta de hielo, de cielos grises y tormentas de granizo, del placer de refugiarse ante la chimenea y leer cuentos de fantasmas...



Y así pasa los días, envuelta en su hechizo de escarcha hasta bien entrada la noche, cuando puede por fin abrir de par en par las ventanas y dejar que circule el aire tibio, y salir al balcón, buscar en el cielo la cara redonda de la luna llena...

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