lunes, 25 de noviembre de 2013

palabras libres y violentas

Lupita ha sido siempre más de Velázquez que de Goya, y más de Rothko que de Bacon, sin embargo, pero seguramente su pintor es Malevich, y su cuadro ese puñetazo que se titula "Cuadrado negro sobre fondo blanco". Cuando lo vio por primera vez tuvo que sentarse a llorar, y desde entonces no hay día que no se acuerde de él, de una u otra forma.


Cuando viajó a 1914 quiso conocer a Malevich, pero al final todo se torció, como de costumbre. Acabó enrolada en el circo desaforado y suicida de Mayakovski, y una noche de frío, vodka y manifiestos cruzados tuvo que romperle la cara a Marinetti, que era un señorito con un poco de dandy y un mucho de bocazas, ridículo con su bigotón y su cháchara sobre la higiene del mundo...

lunes, 18 de noviembre de 2013

huracán Pereza

Paseo por la casa y busco el otro calcetín, pero no hay manera. Habría que poner un poco de orden, ya lo sé... Ay, pero este solecito...

Espío a los vecinos: sus pulcros balcones de exposición, sus perritos bien peinados y educados, sus buzones con los nombres mecanografiados y justificados, a doble espacio; esos felpudos de república independiente del carajo.

En mi buzón se lee Lupita en tinta roja, garabateado entre montañitas de tippex, y el balcón parece a lo mejor una zona de catástrofe después del huracán, eso ya lo sé. Pero cada mañana vienen los pájaros y se paran a charlar un ratito, chip-chip, todos los pájaros del barrio, sólo en mi balcón. Y, en el salón, parapetada entre torres de libros, la palmera está echando dos hojas nuevas.


Y eso me pone de muy buen humor. 

Aunque, al final, el calcetín no aparezca...

lunes, 11 de noviembre de 2013

Pitágoras

Nos separamos de golpe los tres, como hojas llevadas por el viento. Ese mismo viento de noviembre que nos gustaba sentir en la cara mientras fumábamos y hablábamos y jugábamos a combinar tres ángulos de todas las maneras posibles casi sin darnos cuenta, como los niños juegan: poniendo en ello toda la piel y todo el alma.



Hoy todavía veo de cuando en cuando a Álvaro, que era el ángulo A. Hablamos entonces de naderías y nos cuesta mirarnos a los ojos. De alguna manera, creo que lo que sentimos es vergüenza, un pudor raro y no sé si pueril que Lupita (el ángulo L) detestaría si estuviera aquí.

De ella no hablamos nunca, aunque, eso sí, está presente siempre... Durante mucho tiempo, todo giró en torno suyo: nosotros primero, en órbita rasante, y el mundo entero después. De algún modo, todavía hoy es así, pero ahora escondemos las manos en los bolsillos y forzamos un silencio que nos quema la garganta, miramos a otro lado, fingimos una prisa ridícula y nos alejamos en trayectorias opuestas sin nombrarla.

Estés donde estés, espero que nadie más te decepcione como nosotros lo hicimos, Lupita.

lunes, 4 de noviembre de 2013

cosas que importan

Lupita tiene ya sus años y sabe de sobra lo que es importante y lo que es accesorio, lo que cuenta y lo que sobra. Sabe que La Sombra sabe, y conoce la potencia de la mente analítica y de los puños demoledores de Doc Savage. Sabe que en Venus hay selvas asfixiantes, y conoce de memoria los canales de Marte, como conoce la maldad de Ming el Despiadado. Sabe también que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y que Roma no paga a traidores. Y que no hay nada mejor y más elegante que una luger bien engrasada o el vuelo silencioso de un zeppelin. 


A veces, cuando todo está patas arriba y no sabe cómo avanzar, por dónde empezar, se dice a sí misma cuánto más fácil no sería llamar a un puñado de amigos broncos y melancólicos y montar una buena ensalada de tiros, salir de allí con una pistola en cada mano y una sonrisa en los labios. Como en esas películas de Hawks que no son como la vida... pero ojalá lo fueran, joder...

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